jueves, 17 de diciembre de 2015

CARTA DE UNA MAESTRA A LOS PADRES: ESE NIÑO QUE PEGA.

Hace unos días descubrí esta carta, escrita por Amy Murray, la directora de educación infantil en la Calgary French & International School en Canada. Me tocó muy de cerca. Ese niño, el que pega, el que interrumpe, el que molesta… Recomiendo leer este artículo para reflexionar sobre esos niños que pegan, interrupen......
Simms Taback
Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando, pellizcando, molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre va de mi mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la alfombra, y a veces se sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la valla del patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que tiró la leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito. Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien. Os preocupa que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que vuestro hijo empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que le cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE chico. Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz de compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin engaños. Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me preocupo por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B del revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a estas preocupaciones.
Pero, lo sé, quereis hablar sobre ESE niño. Porque la B invertida de Talitha no le va a poner un ojo morado a vuestro hijo.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18 meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo divorcio, y que está viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por esto duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica.
De acuerdo, decís, entendeis que no puedo compartir información personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse.
No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que ambos habitualmente lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.
No puedo contaros que he estado rastreando meticulosamente sus incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido de 5 incidentes al día, a 5 por semana.
No puedo contaros que la secretaria del colegio ha aceptado que le mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que necesita un cambio de escenario.
No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión de docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que le echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros sobre ESE niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas y que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las vacaciones de Navidad.
No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso cada mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje con el carrito.
No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos meteorólogos.
No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta a los lápices durante el recreo.
No puedo contaros que estruja al pelo de su mejor amiga en el descanso.
No puedo contaros que, cuando algún compañero llora, cruza el aula para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las historias.
El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de VUESTRO hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE niño…
No compartiré vuestros asuntos personales con otros padres de la clase.
Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con amabilidad.
Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras reuniones, y si me dejais, os sujetaré la mano mientras lloráis.
Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los servicios especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos extras cuando más lo necesite.
Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar.
Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas las cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas asombrosas especiales maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO hijo…
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra.

martes, 15 de diciembre de 2015

LOS LÍMITES Y SU PAPEL EN LA EDUCACIÓN.



La palabra límite no significa castigo, sino contención. Los límites ayudan a nuestros hijos a vivir con seguridad y libertad en su espacio. Son marcos de referencia que ayudan a construir identidad y a convivir respetando los límites de los demás.
Una de las preocupaciones comunes de los padres y madres es el tema de los límites. En general, estamos algo perdidos, no sabemos cómo poner límites, para qué sirven los límites ni cómo hacer que nuestros hijos cumplan con ellos.

¿Son necesarios los límites? Lo son y mucho. Quizás, lo importante es definir qué es un límite, y esta metáfora nos ayudará a comprenderlo: “Imagínate que vas por una carretera de noche. Es una carretera estrecha, con muchas curvas, y ese día, además, hay niebla. Apenas puedes ver, y en la carretera no hay nada pintado, ni línea central, ni bordes, ni ninguna señal que indique nada en absoluto. Nos sentimos en peligro, y es posible que por falta de señales tengamos un accidente. Si en esta carretera hubiese habido un buen mantenimiento, líneas que nos indicaran los límites o el espacio por donde es seguro circular, conduciríamos con precaución y atención, sintiéndonos mucho más seguros y llegando sin problema a nuestro destino”.


Esto son los límites. La palabra límite no significa castigo, término al que solemos asociarla, sinocontención. Los límites ayudan a nuestros hijos a vivir con seguridad, a entender cuál es el espacio seguro en el que pueden vivir con libertad; a ser ellos mismos, y algo esencial, a darse cuenta de que ese es su espacio, pero que el otro también cuenta con su propio espacio y que es necesario que sea igualmente respetado.

Y es que los límites, en lugar de oprimir, liberan. Son marcos de referencia, nos ayudan a construir nuestra identidad, a convivir con las demás personas. Como padres y madres una de nuestras obligaciones me atrevería a decir que es poner límites a nuestros hijos. Eso sí, límites a la forma, a lo que hacen, no a su Ser. Establecemos límites para contener, y diría que la mayoría de los límites que ponemos a nuestros hijos tienen que  ver más con nosotros mismos que con lo que hacen ellos.

Os voy a poner un ejemplo. Hay muchos artículos que nos hablan de cómo poner límites, y eso está bien si antes hemos tomado conciencia de desde  dónde ponemos esos límites, averiguando qué está respetando o protegiendo ese límite y cómo ponemos ese límite a nuestro hijo. Antes de poner un límite podríamos preguntarnos: ¿Ponemos límites porque sentimos miedo, enfado, impotencia, frustración? ¿Lo hacemos desde una posición de poder, imponiendo, exigiendo? ¿Para qué  establezco ese límite? ¿Qué necesidad mía estoy tratando de proteger con ese límite?

Y es que, como dice Pilar de la Torre, experta en Comunicación No Violenta, ponemos límites desde la cabeza. En base a nuestras creencias, exigencias, juicios, miedos (y aquí también está a veces el miedo a qué van a pensar de mí…). Y no nos paramos a sentir, a bajar al corazón, que nos dice cómo estamos, y a nuestras tripas, que nos hablan de necesidades. ¿Qué necesidad mía estoy tratando de proteger con este límite? Puede ser una necesidad de sentirme respetada, escuchada, segura, reconocida, tranquila… Una  vez que puedo conectar con esto, y si lo que me importa no es solo que mi hijo obedezca y respete ese límite, sino que en ese límite también se respeten sus necesidades, llega el momento de llegar a un acuerdo entre los dos.

Es una diferencia importante, porque aquí el límite no viene de una imposición o del porque sí, sino que viene del respeto por mis necesidades y también por las del niño o niña. No se trata de poner límites enfocados en: haces esto porque yo soy tu madre y sé lo que es mejor para ti, o en el en esta casa mando yo. Conviene pensar cómo me siento yo con esa actitud concreta, porque necesito que mi hijo o hija respeten ese límite… Este foco está en mí. Y esto, que parece poca cosa, cambia totalmente la relación con tus hijos. Porque, ¿alguien hace con gusto y ganas algo que se le pide como una exigencia? ¿Tú haces con gusto y ganas algo que se te exige? Pues tu hijo o hija, tampoco.

Y esto no quiere decir que no se tenga que poner un límite con determinación y con firmeza. Sino que es muy distinto hacerlo desde la rabia, la impotencia o la superioridad y el adoctrinamiento a hacerlo desde el respeto por las necesidades de ambos; conteniendo, protegiendo y con amor y respeto hacia ti y hacia tu hijo o hija. Nuestros hijos, más que nuestras palabras, sienten la energía desde donde les decimos las cosas. Eso también tú lo puedes comprobar. Alguien te puede decir que no está enfadado o dolido contigo, pero tú, aunque escuchas esas palabras, estás recibiendo un mensaje mucho más fuerte a nivel sensorial que te está diciendo lo contrario. ¿Lo has sentido alguna vez?

Y no te olvides de que el primer paso es ser capaz de poner tú tus límites, hacer que los respeten los demás, también tus hijos, porque estás protegiendo necesidades que son importantes para ti. No somos máquinas, ni somos perfectos; somos personas y sentimos cansancio, tristeza, miedo, rabia, inseguridades… Si escondemos esto a nuestros hijos y dejamos que “nos invadan” en ciertos momentos porque no ponemos límites ni les damos a conocer esta posibilidad, ¿cómo vamos a enseñarles a ellos a estableces sus límites, a respetar los de los demás? Es desde ahí, y desde tu ejemplo, cómo estás enseñando también a tu hijo o hija a respetar los límites de los demás, a establecer sus límites en base a sus necesidades. Y desde ahí, crear su propio espacio protegido. Así entenderá, que los demás también lo tienen, lo respetará y vivirá enfocado en el mí… y no tanto en el tú….

Hay una emoción que está muy relacionada con el establecimiento de límites: la rabia. Esta emoción nos avisa de esa posible amenaza, de que se ha sobrepasado un límite, y nos sentimos invadidos. Estamos tan desconectados de nuestro cuerpo y sensaciones que sólo cuando ya esa sensación es casi de ira, la sentimos. Y entonces reaccionamos con agresividad. Eso desencadena culpa, resentimiento… Y otra vez, comenzamos con la rabia. Pero la rabia cuando se gestiona de forma rápida y consciente, no es agresiva. Es una fuerza tranquila, serena, determinante que actúa en el momento para poner límites a esa amenaza. Se trata de hacer “alquimia” de la emoción, y en vez de responder con agresividad, lo hacemos con determinación y también con tranquilidad e incluso con amor hacia la otra persona. Porque estableciendo ese límite, mi relación con ella sigue siendo de confianza, respeto, amor.

Los límites aportan seguridad y libertad a los niños. Pocos y claros. Inamovibles, pero sí revisables en el tiempo. No es lo mismo un límite para un niño de tres años que para uno de ocho o para un adolescente. Límites determinantes. No vale hoy sí lo aplico, mañana lo cambio… Eso produce confusión e inseguridad en el niño o niña. Límites dirigidos a la conducta en concreto, no al ser del niño (pongo un límite por lo que hace, dice…no por lo que es). Y hay que dar tiempo al niño para que se acostumbre a ese límite. Ten paciencia. Respeta su ritmo. Al final, ¿qué quieres conseguir?; ¿que tu hijo o hija te obedezca desde ya y punto o crear una relación de confianza, respeto, amor, también a través de esos límites?

FUENTE: El Emotional magazine
AUTORA: Julia de Miguel

JUGUETES PARA NIÑOS TEA.


¡Ya tenemos aquí la Navidad, y los Reyes Magos tienen que preparar los regalos para todos los niños y niñas! Hoy queremos ayudarles un poco;
  • Lo primero es recordarles que tienen que conocer muy bien a cada niño y niña, saber sus gustos, motivaciones, sus capacidades y habilidades, y a partir de ahí, pensar en juguetes que puedan potenciar todo eso.
  • Pedirles también que les traigan juguetes y juegos que puedan compartir con sus padres y sus hermanos/as. Los juguetes pueden ser importantes pero el tiempo de juego compartido lo es aún más.
Ahora les daremos unas orientaciones generales, pero Reyes Magos ¡recordar que cada niño/a es único!
Juguetes para los primeros años de vida;
Queremos juguetes que potencien la percepción sensorial, la coordinación y la manipulación. Cuando son bebés tienen sus primeros contactos con las personas y el ambiente
Por ellos escogeremos juguetes que faciliten la estimulación sensorial; manta de juego, mordedores, cojines de actividades, pelotas de diferentes texturas
Juguetes para trabajar la motricidad y que ellos puedan manipular; bloques de construcciones de piezas grandes y de goma blanda, manta de actividades, juguetes musicales (maracas, pianos de tela…)
Y juguetes de causa efecto; donde ellos pulsan algún botón o hacen algún ruido… e inmediatamente el juguete hace algo

Juguetes para trabajar la sensorialidad
Es la base para los posteriores aprendizajes, a nivel cognitivo, físico y de comunicación
A nivel vestibular; hamacas, columpios
A nivel táctil y vibratorio; cojines con diferentes pesos, aparatos de masaje con vibración, cajas con materiales en su interior con diferentes texturas, plastelina…

Juguetes para trabajar la psicomotricidad fina
Actividades en los que esté implicada la realización de la pinza, la coordinación entre el ojo y la mano, la coordinación y movilidad de los dedos…
Para ello utilizaremos juguetes como las cuentas, juguetes encajables, actividades de recortar, seguir líneas con lápices, jugar con pegatinas, muñecos con botones, cremalleras…, pizarras, juguetes de precisión como el “operación”, “tragabolas”…

Juguetes para trabajar la psicomotricidad gruesa
Aquí utilizaremos juguetes que le den la posibilidad al niño/a de conocer su propio cuerpo y trabajar el esquema corporal
Podemos hablar de juguetes como; patines, patinete, pelotas, saltar a la comba, bicicletas, o juegos de interior como podría ser el twister.

Juguetes para fomentar y practicar la comunicación y el lenguaje
En este apartado hablaríamos de juguetes como los micrófonos, robots que repiten la frase que se le dice, el juego del quién es quién, ordenadores específicos para niñ@s que construyen frases simples…

Y si avanzamos un poco más nos encontramos con los juguetes para fomentar la lectura y la escritura
Aquí podríamos pensar en juguetes como las pizarrras (tanto de tiza como las magnéticas que van acompañadas de letras y números), cuentos (también recordar que nos podemos encontrar cuentos que están incluidos los pictogramas para la mejor comprensión de un niñ@ con trastorno del espectro autista), juguetes en los que nos dan letras y se tiene que formar una palabra, puzles en los que se relaciona una imagen con una letra…

Juegos con reglas
Son juegos que ayudan al autocontrol, la planificación, saber hacer estrategia…, y en algunos de ellos además trabajamos otros aspectos como la memoria, la atención…
Estamos hablando de juegos de cartas (como el UNO), dominós (mejor jugar con dominó de emociones), el LINCE (este juego tiene tres versiones por grado de dificultad) o por ejemplo el memory (también podemos encontrar memory de emociones o acciones)

Por último hablaremos de los juguetes para fomentar el juego simbólico
Hablamos todos aquellos juguetes que simulan a un objeto o situación de la vida cotidiana (disfraz e instrumentos de médico, cocinitas…) o que el niñ@ lo utiliza simulando un objeto real (un palo puede ser una varita mágica, una cuchara…), o juguetes que nos sirvan para crear historias (marionetas, muñecas…)

Por otro lado os dejo una página web donde podréis encontrar juguetes especializados; http://www.hoptoys.es/

Hasta aquí un breve resumen, pero recordar Reyes Magos y Papá Noel que no existen dos niños iguales, y os tenéis adaptar a sus gustos y motivaciones. Y también que cualquier juego puede ser adaptado con ayudas visuales para hacérselo más entendible. Hacer las reglas con pictogramas, señalizar de manera visual a quién le toca jugar en cada momento, explicar los juegos y usarnos de modelo, también podemos ayudarlos físicamente en los primeros movimientos…

Fuente: Isepclinic
Autora: Laura Aut. Isep Clinic Barcelona.

EDUFICHAS. RECURSOS PARA EL AULA.


Os presento una Web que he descubierto recientemente  " Edufichas" , donde podéis encontrar muchas fichas imprimibles para vuestra aula, de diferentes temáticas, lectura, grafía, inglés , conceptos, cuadernillos.... Me ha encantado descubrirla y os la enlazo.

ESPAÑOL COLOQUIAL




Victoriano Gaviño Rodríguez ha ideado esta aplicación web destinada a la recopilación de términos y expresiones coloquiales de español, incluyendo diferentes secciones de utilidad para el ámbito educativo, como son : diccionario de español coloquial, diccionario de gestos españoles, recursos didácticos. Pinchar en el enlace.



jueves, 19 de noviembre de 2015

PICTOTRADUCTOR.








                                                                 PICTOTRADUCTOR


Pictotraductor es un proyecto realizado en A Coruña ,  desarrollado para facilitar la comunicación con personas que tienen dificultades de expresión mediante el lenguaje oral y que se comunican más eficientemente mediante imágenes. Pensada como una herramienta útil para padres y profesionales, para poder comunicarse, en cualquier lugar fácilmente y sin perder grandes cantidades de tiempo en organizar lo que se quiere transmitir.


Como usuario registrado se pueden subir imágenes propias, guardar sus frases favoritas, imprimir, compartir en redes sociales.. y todo en una herramienta intuitiva y fácil de usar.

Dentro de esta página podéis encontrar, pictoagenda, pictoaplicaciones, pictojuegos, pictosonidos y pictocuentos, me ha encantado esta página. Pinchar en el enlace.










miércoles, 18 de noviembre de 2015

CÓMO ENSEÑAR A UN NIÑO A SER FELIZ.


¿Qué es eso de ser feliz? ¿Se puede enseñar a ser feliz? ¿Sabemos los adultos ser felices? ¿Qué es la salud psicológica?
Para la psicología, la felicidad es una sensación de satisfacción con la vida, un sentimiento asociado al optimismo. Para la psicología popular es un concepto cercano al hedonismo. Después de una noche en la que el bebé no deja de llorar no es placer lo que sientes. ¡A veces educar, como crecer, no es un asunto demasiado divertido, pero podemos sentirnos muy felices de ser padres!
La Psicología Positiva, la ciencia que estudia la felicidad, prefiere hablar de bienestar psicológico. Sugiere que nos sienta bien aquello que nos ayuda a crecer y nos hace más fuertes. Darse un masaje nos da placer, pero no nos cambia la vida. Educar a los hijos de manera positiva es un desafío que nos obliga a crecer con ellos y a adaptarnos a su propia evolución. Toma nota de estas herramientas

1. Cultiva las emociones

Lo primero es escucharles, sin negar, minimizar o culparles. Evita pronunciar frases como "no entiendo por qué te pones así" o "eso es una tontería". Sus problemas son grandes oportunidades para enseñarles a encontrar soluciones.
Las emociones positivas les ayudan a avanzar. Los niños son juguetones y felices, exploran su mundo. Proporciónales el vocabulario emocional para que nombren estos sentimientos. 
Juego uno: Los mejores momentos. Antes de ir a la cama, recordad los tres mejores momentos del día. Los del niño y los tuyos. Si te cuentan una pesadilla, cambia el guión y haz que el sueño acabe con final feliz.

2. Relaciones positivas 

Hay pocas cosas positivas que sean solitarias. La relación con los demás es la variable más importante para medir nuestra satisfacción vital. Y la soledad real o sentida, una de las situaciones más incapacitantes para niños y adolescentes. 
La familia ideal no debe centrarse sólo en satisfacer las necesidades del niño, sino en las relaciones positivas de todos sus miembros. Anima a tus hijos a ponerse en el lugar de los otros para desarrollar la empatía, una habilidad clave para la vida. 
Un estudio de la Universidad de Michigan confirma que las buenas relaciones en el hogar favorecen la salud. Si dedicas 20 minutos al día a cuidarlas tendrás tres veces más salud que si los empleas en correr en la cinta. 
Juego dosHadas y dragones. Una vez, el niño/a será el hada o el mago que representan la alegría. Tú, un dragón colérico. Alterna los roles. Enseña al niño a manejar conflictos y a expresar sus diferentes emociones. 

3. Establece y alcanza metas

Es una gran satisfacción conseguir algo que te has propuesto aunque te cueste mucho esfuerzo, ¿verdad? Hay que fomentar que los niños tengan sus metas y favorecer que aprendan a tolerar la frustración que antecede al éxito. Es importante no brindarles todas las soluciones a sus problemas. Hay que ayudarles a ganar pero también necesitan fracasar y, sobre todo, aprender a superarlo. Elogia de forma selectiva su esfuerzo. Al fomentar el triunfo barato, se producen fracasos muy caros, según dice el psicólogo Seligman
Juego tres: Cuento inventado. Idea un relato donde tú digas una frase y el niño, otra. Así hasta que consigáis una narración construída a vuestro gusto.

4. Enséñale a fluir

¿Recuerdas uno de esos momentos en el que estabas haciendo alguna actividad y el tiempo pasaba sin que te dieras cuenta? El bienestar y el desarrollo del talento tienen que ver con saber concentrarse y fluir. Seguro que habrás visto alguna vez a tu hijo tan concentrado que parecía que no había niño. Cuando eso ocurra no le hables. Se llama juego libre y es uno de los ingredientes de la creatividad y la felicidad infantil. Ayúdale a desarrollar el silencio y la capacidad de estar consigo mismo sin interrupción.
Juego cuatro: La estrella. La atención plena o 'mindfulness' es una actitud de calma que nos permite vivir el momento presente. Les guiaremos para que imaginen que tienen una estrella en lo alto de su cabeza. Una luz blanca que entra por la cabeza, baja por los brazos y las manos, el cuerpo, las piernas y los pies. Si son bebés, respira lenta y profundamente abrazado a ellos para que escuchen el sonido de tu respiración. 

5. Da sentido a lo que hace

Como adultos nos damos cuenta de que ser altruista puede proporcionar mucho mayor bienestar que hacer algo sólo pensando en uno mismo. 
Si haces que tu hijo sienta que forma parte de algo más grande que él mismo, como su familia, grupo, colegio, ciudad, mundo, etc., le darás una enorme fuente de bienestar y seguridad. 
Juego cinco: Ser amables. Los elefantes que se rascan. Juega con tu hijo a regalar amabilidad. Pensad en algo totalmente inesperado y agradable que pueda hacer por otro miembro de la familia y anímale a que lo lleve a cabo como un regalo personal hacia esa persona. La risa es también una buena estrategia. Juega a poner tu espalda contra la suya y rascaros sin manos como lo hacen los elefantes. Prueba con tu pareja. ¡Verás como funciona!
Autora: Isabel Serrano Rosa es psicóloga dewww.enpositivosi.com
Fuente: elmundo.es